Una ofrenda votiva (del latín votivus) es un objeto dejado en un lugar sagrado por motivos rituales.
Pisar la tierra de donde viene todo y adonde todo vuelve, crea un vinculo con el territorio, y aunque procuremos pasar inadvertidos, el movimiento que nuestras manos imprimen en ella, le dan un particular soplo de vida cuando la trabajan, siendo un lugar donde el tiempo deja sus huellas.
“Votivus», es un punto cero en el que arranca cargado de experiencias pasadas y presentes, donde no se trata de mostrar sino de compartir ese “eco” mágico que nos ofrece el bosque, lugares con una manera particular de comunicarse entre ellos, con vida propia, unos no-lugares que nos permiten transitar por ellos.
Como sucede frecuentemente en mis trabajos, nace en el bosque, de esa necesidad de andar al aire libre, donde el caminante disfruta del ejercicio lúdico de contemplar, curiosear y detenerse allá donde le plazca, para descubrir en cada rincón del camino, el hallazgo inesperado, la Epifanía del azar que le asalta y le sirve para nutrir la sensibilidad artística.
